Si hay un tipo de yoga más cercano a la tradición ese es el Ashtanga Yoga. En el programa: disciplina , resistencia y flexibilidad . Pero es mejor tener experiencia antes de intentarlo.
Ashtanga yoga: definición
Teorizado en la década de 1970 por el maestro indio Pattabhi Jois, Ashtanga Yoga significa “ ocho miembros ”. El sabio Patanjali detalla en sus Yoga Sutras, estos 8 principios de vida a observar como yogui. A diferencia del Vinyasa, la práctica del Ashtanga Yoga se basa en una serie de posturas bien definidas. Riguroso y exigente, este tipo de yoga se encuentra entre los más antiguos y tradicionales. La secuencia es siempre la misma: 5 saludos al sol A, 5 saludos al sol B (¿enlaces de tarjetas?), seguidos de posturas de pie y luego en el suelo.
Las 8 ramas del yoga
- Yamas : las reglas de conducta.
- Niyamas : autodisciplina
- Asanas : posturas
- Pranayama : respiración
- Pratyahara : dominio de los sentidos
- Dharana : concentración
- Dhyana : meditación
- Samadhi : iluminación
Ashtanga yoga: ¿cuáles son los beneficios?
Las series Ashtanga constan de una amplia variedad de posturas que fortalecen todos los músculos y articulaciones. Como suele ocurrir en el yoga, el fortalecimiento muscular no se produce sin un trabajo de flexibilidad. Las transiciones entre cada asana te mantienen en movimiento y aumentan la resistencia cardiovascular . En cuanto terminan los saludos al sol, la temperatura sube y el cuerpo comienza a eliminar toxinas . Además, la concentración en la respiración ahuyenta la agitación mental, el estrés y la ansiedad.
Ashtanga yoga: ¿para quién?
Si te gusta ser disciplinado y exigente contigo mismo, Ashtanga es para ti. En la primera serie se suceden nada menos que 75 asanas. Por tanto, es mejor estar en buena condición física. Y si bien hay opciones para cada postura, no es el mejor tipo de yoga para un principiante.
para ir más lejos
Tradicionalmente, los yoguis practican Ashtanga Yoga a diario y temprano en la mañana. Para completar toda la serie, pasan 1h30, o incluso 2h en su colchoneta. Es gracias a esta repetición, en los días buenos y malos (dolores, fatiga, etc.), que aprendemos a observarnos y desafiarnos a nosotros mismos.